Un acto heroico

Un acto heroico

El genio y la Obra del Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov radican en el hecho de habernos aportado una Enseñanza de la plenitud, es decir, una Enseñanza integral en la que se conjugan todos los elementos necesarios para el desarrollo armónico del ser humano.

El habernos desvelado de una manera tan luminosa y destellante la famosa y tradicional frase de los verdaderos Iniciados: «Dios, el Universo y el hombre», no sólo nos sitúa en el camino de la iniciación de una manera segura, sino también en el reconocimiento íntimo de recibir una inmensa gracia. Basta ahondar y vivir su Enseñanza para darnos cuenta de esto.

Todas las revelaciones que nos aporta sobre Dios (a quien él designó con el fulgurante termino de «Inteligencia Cósmica»), sobre el universo, sus principios y sus leyes, sobre el hombre y su constitución íntima, no hacen más que ratificar la comunión que él mismo alcanzó, comunión que igualmente deseó para que  la humanidad la realizara.

Y esto es el propósito esencial de una escuela como la nuestra. Poner en práctica todos los métodos, ejercicios, fórmulas, oraciones… que nos permitan alcanzar el modelo del ser, concebido en los talleres del Señor.

Un ejemplo podría ponernos en la vía: cuando el Maestro nos habla sobre la estructura del ser humano, de sus principios, de sus diferentes cuerpos y sus necesidades (ver cuadro sinóptico), nos revela que los sentimientos y deseos más elevados, el más grande altruismo, el más grande desinterés, el amor más puro, se encuentran en el plano búdico y su cuerpo correspondiente. Entonces, ¡cómo no pensar que el desarrollo del germen  superior, ubicado en este plano (portador potencial de estas virtudes), sólo se logra en la relación fraternal entre los seres, en la comprensión de sus alegrías o de sus tristezas, de sus lagunas o de sus posibilidades, en el perdón y el sacrificio, en la abnegación… en una manifestación luminosa, sabia, calurosa, edificante y vivificante, en una sola palabra: en un acto heroico, en su significación  más elevada!

Ya la sociedad nos muestra de alguna manera esta necesidad de entreayuda, de colaboración en casos de calamidad o necesidad. Ahora, ¿qué podríamos pensar cuando los actos de los seres humanos van acompañados y ennoblecidos por un ideal superior?

He ahí la razón de ser de las escuelas de Acuario. De una Escuela como la nuestra. De una Escuela divina como llamaba el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov el lugar físico, reflejo del invisible,  en donde él vertió su palabra sagrada como un bálsamo para las almas sinceras.

Lo que verán en este sitio acerca de la Enseñanza es una pequeña parte del velo que se ha levantado y que es una tentativa para reencontrar nuestra verdadera esencia en total alegría y sencillez.

CUADRO SINÓPTICO

«Mi enseñanza es como un mesa en la cual coloco todo lo que existe como frutas, verduras, etc. Todos los alimentos de la Tierra están en ella, pero esto no quiere decir que cada uno de ustedes debe comerse todo. Sí, me veo en la obligación de presentarles todas las verdades, todos los métodos, todas las soluciones pero cada uno debe escoger lo que le conviene a su estómago».

«Trabajar sólo y únicamente para sí mismo es la vieja enseñanza que debe ser remplazada. Por supuesto, cada uno debe trabajar individualmente, pero para el bien de la colectividad, porque una colectividad debe estar formada por individuos perfectos. Ahora ya no es suficiente con que cada uno permanezca separadamente en su hueco, únicamente pensando en perfeccionarse por sí mismo, sin pensar en la colectividad. La nueva filosofía no rechaza a la antigua, la cual está por el perfeccionamiento del individuo, si no que el perfeccionamiento del individuo debe servir para el perfeccionamiento de la colectividad».

«Yo digo que nuestra Enseñanza no es nueva, pero sobre este aspecto debo explicarme más claramente. En el pasado todas las enseñanzas aspiraban únicamente al desarrollo del individuo. Las posibilidades de comunicarse, de viajar, de difundir ideas, eran limitadas y, en general, los hombres estaban solos para desarrollarse espiritualmente, para adquirir conocimientos y poderes, para contribuir indirectamente al bien de todo el mundo. Se buscaba el Reino de Dios, pero de manera individual, se trabajaba para “salvar su alma”. Pero ahora, con el perfeccionamiento de los medios de locomoción e información (el avión, la radio, la televisión), las condiciones cambiaron. Las posibilidades de realizar el Reino de Dios están a la mano, ya no existen las distancias, los hombres pueden comunicarse y propagar sus ideas a través del mundo. Infortunadamente, lo que no ha cambiado es el espíritu individualista, egocéntrico, separatista. Interiormente la fraternidad no ha sido comprendida, ni por hombres políticos, ni por las enseñanzas religiosas y espiritualistas. Por todas partes hay divisiones, barreras hostilidades y guerras».

“La Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal no aporta una ciencia nueva o una filosofa nueva, sino únicamente un objetivo, una tendencia, un ideal de colectividad y de universalidad: todos los humanos son hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre y de la misma Madre celestes y deben estar unidos como las células de un organismo que trabajan todas en armonía para su salud. Esto es lo que nuestra Enseñanza aporta de nuevo al mundo».